A
medida que conocemos mejor los efectos dañinos de los productos tóxicos para
nuestra salud y el medio ambiente, cada vez más personas se organizan en grupos
para prevenir los daños y descubrir técnicas de producción más saludables y
sostenibles. Los propietarios de negocios, los líderes gubernamentales y
algunos científicos tratan de justificar los daños de la contaminación tóxica,
sosteniendo que cierta cantidad de riesgo es aceptable como precio del
desarrollo y el progreso (razonan que es necesario para que podamos tener
electricidad, atención médica, transporte, computadoras, etcétera). Sin
embargo, no nos dicen que es posible disfrutar de todos estos beneficios sin
peligro para la gente y para el medio ambiente (ver página 458). En vez de
aceptar riesgos innecesarios, nosotros mismos podemos promover una producción
más segura de alimentos, productos fabricados y energía, al tiempo que se evita
al máximo la contaminación tóxica
Evitar y controlar los productos tóxicos Evitar la
exposición a contaminantes tóxicos comienza con el principio precautorio (ver
página 32), que implica que antes de usar un producto o realizar una actividad,
reflexionemos sobre el daño que podría causar. Si bien es posible que
individual y colectivamente tomemos medidas para evitar al máximo los daños,
también debemos exigir que los dueños de los negocios y nuestros gobiernos le
den más importancia a la salud de la gente (rica y pobre) y al medio ambiente
que a las ganancias personales y de las empresas. Muchas de nuestras
actividades diarias influyen en la cantidad de productos tóxicos a la que nos
exponemos. Si bien no es posible controlar la exposición diaria a ciertos
productos tóxicos tomando decisiones personales, podemos limitar la exposición
a otros si optamos por medidas que contribuyan a la seguridad y la salud de
nosotros, nuestras familias y nuestras comunidades. Estas
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